lunes, 1 de junio de 2015

Es de noche en el mundo

Cuando solo presentimos lo que ocurre fuera de nuestros hogares, cuando es oscuro fuera, y nos acogemos al interior cálido de nuestras habitaciones, todo toma unos tintes extraños. Pero en las calles de nuestras ciudades, siguen ocurriendo cosas, la vida y la muerte jamás se detiene. 

Me resulta curioso, que cuando pensamos en lo que ocurre por la noche, en otras habitaciones que no son las nuestra, todo toma unos visos de veladura abstracta, impersonal. ¿Seguirán existiendo los seres que se han cruzado con nosotros durante el día?, ¿han evolucionado y se están convirtiendo en monstruos?, ¿mañana, como en la película "la invasión de los ladrones de cuerpos", todos las relaciones humanas que conocemos habrán cambiado?.

Pensar que cuando es de noche para nosotros es de noche para todo el mundo, es claramente una postura egocéntrica y bastante absurda. Cualquier posicionamiento que nos tome a nosotros mismos como centro del universo conocido lo es. Pero somos tan imbéciles que lo acostumbramos a hacer cada día, mejor dicho, cada momento de nuestra vida.

Pocas personas aceptan lo que se sale de su normalidad, de su mundo conocido, o lo que se acostumbra a llamar, en la actualidad, la "zona de confort". Sin intentar generalizar, lo que aceptamos en la calle, muchas veces no tiene nada que ver con lo que aceptamos en nuestra vida privada. Es por ello, la metáfora de la noche toma toda su relevancia. Encerrados en nuestro submundo, lo de fuera ha dejado de existir, y en nuestra comodidad, ha dejado de formar parte de nuestra vida. El resto de la población terráquea se ha trasladado a Marte, o mejor aún se han ido a un universo paralelo. 

Los artistas, acostumbramos a vivir este fenómeno con toda su virulencia. El mundo de la creación, fuera de nuestro entorno ficticio, no existe. Parece que, salvo lo nuestro, todo tiene un aura de repetición constante. Todo lo hemos visto o hecho, y no nos paramos a meditar cual es el planteamiento de las obras de los demás, salvo si ya han llegado al Olimpo del arte, donde se da por supuesto, que al ingresar en la morada de los eternos, son buenos.

También, este mismo egocentrismo, hace que repitamos la obra de los que nos han precedido en el ámbito artístico, creando el plagio con total impunidad. Decimos para aliviarnos, que todo está inventado. Tomamos los referentes, los destripamos, los digerimos, y los cagamos. Y lo que hacemos, es nada más que eso, MIERDA. En mayúsculas, por que nosotros solo hemos masticado sin saborear el plato. Hemos atendido solo a la imagen que teníamos ante nosotros, sin haber profundizado en los ingredientes que formaban el ágape. 

Es una lástima que creamos que fuera de nuestros talleres, siga siendo de noche, y que la luz de la bombilla que ilumina nuestro minúsculo mundo, sea el faro y centro de la creación artística. No somos nuevos alquimistas que convertimos nuestra mierda en oro, como ocurre en "la montaña sagrada".