Christian Boltanski, "La Salle des Pendus" (2015) |
Hace unos días, un artista local me dijo, en
referencia de la performance de Paco Nogales, "El palomo
cojo", realizada en The Grey Square, que no le había causado
sorpresa. Esta nota anecdótica me lleva a pensar en que nos hemos equivocado
dentro del arte actual.
¿Cuándo hemos sustituido la emoción por la
sorpresa?. Entrando en el terreno amoroso, me parece absurdo cuando alguien
dice que sobretodo busca una pareja que le haga reír. Las relaciones personales
van más allá de la payasada o el chiste fácil. También ocurre en el Arte, no
tenemos que buscar solo la sorpresa en un acto que se acerca tanto a la vida y
pensamiento humano. Multiforme y lleno de claros y sombras.
Puede que en mi confrontación con el hecho creativo
dé prioridad a la emoción. En la exposición de Boltanski en el Grand
Hornu, de Mons (Bélgica), la obra de Boltaski me sobrecogió, y puedo
decir que no me sorprendió, porqué el lenguaje que utiliza el artista para
la puesta en escena de la misma, es bien conocida en el mundo artístico,
no difiere demasiado de otras instalaciones suyas. Tuve la necesidad de
recorrer sólo el espacio que conforma "La Salle des Pendus",
sentir el peso sobre mí con el que Boltanski ha impregnado su
atmósfera. Una emoción, puedo decir intensa, y a veces difícil de penetrar en
la oscuridad que nos propone. Cuando al final salí al patio central del centro
de arte, me di cuenta que la congoja que había sentido dentro, no solo era
debida a la obra de Boltanski, él solo había puesto ante los ojos del
visitante una situación, y yo me la había hecho mía. Era mi propia tristeza la
que había aflorado en las salas del Grand Hornu.
En el Arte ocurren a veces estas cosas, por mi
parte es lo que busco. Quiero que el artista me ponga en frente de mí otras
realidades, o la suya propia. Que gracias a ello, me vea como en un espejo,
reflejado.
Volviendo a Paco Nogales, nos mostró, a
través de su acción basada en su propia experiencia personal, el sufrimiento
que ha ocasionado una España casposa y de pandereta el ser homosexual. Estoy
seguro, que para los que tenemos más de cincuenta años, que alguíen nos ponga
delante esta situación, no nos causará ninguna sorpresa, pero el dolor y la
postura optimista del performer en la última parte de la acción, me
emociona profundamente. Por que habla de rebeldía, de abandono de los
miedos producidos por una educación castrante, de enfrentarnos a una sociedad
opresora y dejar de ser los oprimidos. De VIVIR a fin de cuentas.
Lo único que pido del Arte es que sea sublime,
que como el espíritu humano, no tenga trabas y nos de la libertad que
las fronteras físicas nos han quitado. Eso es lo que tenemos que buscar. Seguro
que más de un lector pensará que tengo una idea demasiado romántica del Arte.
Pero cuando el espectador esta frente a una obra de Arte rotunda, por
ejemplo "Les Aveugles" (1986) de Shophie
Calle, se da cuenta que pocos trabajos que tocan el mismo tema y forma,
realizados posteriormente, tienen validez. Por que la mirada y sutileza del
artista, hace que empaticemos en su discurso haciéndolo propio. En
Arte siempre tiene que prevalecer la emoción a la sorpresa, si no tendremos que
reinventarnos como humanos.